Page 9 - Domingo Martinez Rosario
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La dificultad y el reto de su empresa consiste en la ampli- tud de direcciones, estrategias y procedimientos que utiliza para formalizar sus «tanteos», como si barajara los recur- sos y esparciera después, adiestrado en técnicas, ideas y aparatos, los resultados, enfrentando sus conclusiones y conviviendo en una suerte de galería de tiempos, marcas y lugares. La necesidad de manejar varias disciplinas y en- frentarse a las dificultades técnicas de cada modalidad le ha llevado a formarse en diversos saberes y a superar los ingredientes complejos y determinantes de cada modus operandi. En todo caso, esta aparente dispersión no le se- para de su temática central ni de sus obsesiones acerca del cuestionamiento de los registros y fragmentos de tiempo «embalsamado». Sus reservas sobre la indefinición de es- tos indicios le llevan a incluir implantes y amalgamar sus formas en imágenes ficticias que auguran desconfianza y alertan de su propio dictado.La psicóloga Elizabeth Loftus de la Universidad de Washing- ton ha realizado experimentos relacionados con la maleabi- lidad de la memoria y la inseguridad de sus certezas. Con técnicas de psicología cognitiva realiza implantes en for- ma de relatos inconscientes en sus pacientes haciéndoles creer que vivieron una realidad que nunca fue posible. Más que recordar los sucesos registramos los sentimientos que los acompañaron, y la fotografía no es más que un dispo- sitivo de enlace, una punzada (un punctum) que encadena una espiral de pensamientos y recuerdos, no sólo visuales,como en aquella maquina quimérica del Doctor Morel que pretendía registrar la totalidad de la percepción de la vida con todos los sentidos y en tiempo real. Quizá por eso el propio Proust desconfía de la memoria consciente, la me- moria voluntaria, aquella a la podemos recurrir con el filtro de la razón o la inteligencia. Su método necesitaba imá- genes arbitrarias que permitían tentar a su inconsciente y despertar un apartado dormido, una archivo incontrolado que estallara en detalles ínfimos pero efectivos acerca de la reconstrucción de su Temps retrouvé; Ni la memoria ni la fotografía son capaces de evocar, el material que propor- ciona no contiene nada del pasado, apenas una borrosa y uniforme proyección una vez extraída de nuestra ansiedad y oportunismo, es decir, nada.En el trabajo concienzudo e insistente de Domingo Martínez podemos apreciar esta desconfianza en los registros foto- gráficos pero la variedad de articulaciones de sus trabajos y la dignidad técnica de su factura le acreditan como un ar- tista que investiga y recrea a un tiempo las posibilidades visuales de la contaminación de la imagen con el tiempo y de la memoria con ese escurridizo e impredecible «lugar» al que llamamos realidad. Como diría Oscar Wilde, y en eso Domingo insiste en cada una de sus tentativas, la obra de arte siempre refleja al propio espectador. Quizá esa sea su propuesta: ofrecer un reflejo compartido o una hipótesis particular con un destino incierto, como el de aquellos per- sonajes en busca de un autor.


































































































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